Hoy, al colocar tu regalo de Reyes sobre los zapatos que dejaste bajo el arbolito y tras borrar los últimos rastros de pasto y agua, supe que esta sería la última festividad en la que viviríamos con la inocencia y la ilusión de esperar a los tres Reyes Magos o a Papá Noel. Fue en ese momento que me di cuenta de que no habrá más regalos escondidos en muebles, ni más horneadas de galletitas ni leche tibia.
Creo que cuando somos padres sabemos que estas "últimas veces" llegarán, aunque intentemos, en vano, postergarlas lo más posible, con la esperanza de mantener a nuestros niños pequeños para siempre.
Seguramente las próximas fiestas estarán llenas de menos magia e ilusión, pero agradezco haber podido sostener ambas durante casi nueve años